Hulk and me.
Pónganle pues cuidado a este relato corto de una de las experiencias más extremas de mi querida y lejana infancia, esa de potrero y cañaduzal vallecaucano. Paso a contar: por las noches tibias de la Hacienda San José, ubicada en la vía que de Palmira lo lleva a uno a Pradera,donde vivíamos, a mi y solo a mi (calculen las probabilidades en una casa con 5 integrantes), indefectiblemente se me aparecía el "Hombre Increíble". Si, yo veía a Hulk face to face cada crespúsculo en nuestra casita del ingenio, allá en la Villa de las Palmas. Al hombre me lo topaba yo cada que me mandaban mis papás a ponerme la piyama, yo abría el armario y tome, el personaje en cuestión iba saliendo campante del clóset de mi cuarto, y apenas entraba en escena esa mole de carne verde frente a mi, yo inmediatamente me tiraba al piso, no se si para que no me viera o para que no me hiciera nada, sólo esperaba pacientemente ahí tirado en el suelo a que pasara rápido y se fuera para la cocina, p